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Inspiración y Memoria

Dibujar de memoria es, tal vez, la más acabada de las categorías pertenecientes a este arte. Para ello ha sido necesario mirar con profundidad, aprehender lo visto, rememorarlo y recrearlo. No se trata solo de plasmar asuntos concretos, sino de recuperar sentimientos unas veces, de desprenderse de ellos otras como en una suerte de exorcismo ante episodios dolorosos que aquejan al artista.

 

Ese dibujo construido desde la evocación alcanza su plenitud con la inspiración creadora, capaz de transformar el recuerdo en una nueva fuente de provisión artística. Asuntos mitológicos junto a preocupaciones religiosas, elaboraciones literarias e idealizaciones formales confluyen en este capítulo de la mano de Leonardo Alenza, Rafael Zabaleta, Claudio Lorenzale u Honoré Daumier.

 

“… la labor importante del artista no ha de ser para nosotros retener un momento o una vista con nimiedad en los detalles, sino resumir su impresión y hacer trabajo sintético y expresivo de todo lo visto, haciendo composición original, impresión fundamental de lo que han presenciado sus ojos”, dijo el artista José Garnelo en su discurso de ingreso en la Academia de Bellas consagrado al dibujo de memoria.

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